Conviene recordar que el deporte de iniciación y de base, entendido como aquella actividad deportiva anterior a la competición de alto nivel que se desarrolla en las escuelas deportivas, no debe ser labor de las federaciones nacionales, como es el caso de España, sino que debería serlo de ayuntamientos y clubes.
El deporte abarca diferentes dimensiones humanas, desde necesidades vitales que ayudan a mejorar la salud y potenciar la inteligencia logrando el equilibrio vital necesario, hasta capacitarle como animal social y cultural. El deporte base, desarrollado en edades tempranas, debe entenderse como un camino para conquistar el proyecto de vida, es decir, como ayuda para potenciar las aptitudes y actitudes personales del joven. En otras palabras, el deporte está al servicio de la persona, tanto en el desarrollo social como personal.
A través de la práctica deportiva somos capaces de descubrir nuestras posibilidades a través de la competitividad sana, sin que esto anule el juego limpio y la función social del deporte, a la vez que nos obliga a entendernos con los demás. Asimismo, el deporte es una buena forma de aprovechar el tiempo libre y el tiempo de ocio, proporcionandonos momentos para la realización personal y social, la alegría, la ilusión, la emoción y la diversión. El deporte es una manifestación de lo lúdico, una realidad del juego.
El ajedrez es uno de los mejores deportes a la hora de perfeccionar el comportamiento humano y considerar el deporte como escuela de vida, como canalizador de emociones y sensaciones y como aprendizaje del saber ganar y perder. Además el ajedrez, siendo un juego que atrae a los niños por su aspecto lúdico y divertido, también les ayuda a desarrollar su agilidad mental e inteligencia.
Por todo esto y por mucho más considero que es muy importante que los estamentos gubernamentales más elementales, los ayuntamientos, dediquen parte de sus recursos al deporte base por su interés y beneficio en el desarrollo de nuestros jóvenes.